CAPERUCITA ROJA Y EL LOBO
Un cuento-parodia
Graciela Zárate León
Amaneció la Tierra de este lado con un sol dorado, refulgente. Caperucita Roja saltó de la cama. Escuchó que su mamá le decía:
-Caperuza, no olvides ponerte la capita roja, porque hoy, que es martes- te toca encontrarte con el lobo y correr hasta la casa de la abuela.
Caperucita abrió la llave de la ducha, reguló la tibieza del agua y se metió entre los chorritos que caían oblicuamente sobre su cabeza. Pensaba:
Menos mal que estoy en una casa con ducha y no tengo que bañarme en una batea como lo hacía cuando recién inventaron el cuentito éste.
¡Ay! ¡ Qué fastidio!¿ Acaso porque a un señor se le ocurrió contarles un cuento a sus hijos, y se inventó una niña, un lobo y una abuela yo tengo que hacer eterno ese cuento y vivirlo de veras cada día martes de cada semana, por los siglos y los siglos.
¡Ah, no!
Tomó su desayuno. Su madre la miraba, embobada. Era su hijita linda, pechocha, que había vuelto famosa a toda la familia.
-Chau, pequeña –le dijo. Acuérdate que el lobo te espera en el bosquecito y …bueno… ya te sabes el cuento de memoria.
-¡Ah, no! –pensó Caperucita. Hoy va a ser un martes diferente. Voy a conversar mi plan con el Lobo del Bosque.
Disminuyó la velocidad de sus pasos y se fue directamente hasta donde estaba el Lobo, esperándola. Sus patas peludas no daban miedo sino risa. Caperucita se acercó y le dijo:
-Oye, Lobo. ¿Qué tal si hacemos hoy algo diferente. Hacer todos los martes lo mismo ya no tiene mucha gracia. ¿Qué podemos hacer?...
-Oye, Lobo, ¿qué tal si en vez de ir donde mi abuelita, tú te vas a la escuela y yo me paseo por el bosque?
El Lobo la miró algo desconfiado y le contestó así:
-Pero, yo nunca he ido a una escuela. Dicen que allí los niños están calladitos, sentaditos, bastante sonsitos. No, no. Además, no tengo ni cuaderno, ni lápiz, ni libro.
-Eso no es problema. Tú te acercas a la profesora y le dices que por este único día el autor del cuento nos ha cambiado el nombre y tú eres Caperucita Roja y te das una vuelta para que vea toda la caperuza que llevas encima.
-¿Y tú, qué vas a hacer? Nunca nos hemos escapado del cuento. ¿Tú crees que no me preocupa que te encuentres con los cazadores y te disparen con su escopeta y luego te lleven al zoológico?
Yo seré un Lobo Feroz pero no soy un Lobo Malo, je, je, je.
Los dos se pusieron de acuerdo en cambiarse los nombres y en encontrarse en ese mismo lugar a la salida del colegio: 4 p.m.
Caperucita caminó por donde quiso, saludó a muchos pobladores de la zona y siguió corriendo y saltando a lo largo del Bosque; ella estaba feliz, libre como el viento. Era su primera aventura y su primera mentira. ¡Ojalá le esté yendo muy bien al Lobo – se dijo.
Igualmente, el Lobo estaba feliz en el colegio. Los niños estaban muy cariñosos con él. Le decían “Amigo Lobito” Y a él nunca le habían dicho su nombre en diminutivo y por eso le sonaba tan bien.
Hasta las 12 del día todo fue bien.
Pero ninguno de los dos había pensado en la Abuelita del cuento.
Pues bien, escuchen lo que pasó.
Hasta las 10 de la mañana la Abuela estuvo muy tranquila, nadie le tocó la puerta, así que se levantó tranquilamente, tendió su cama, puso música de su tiempo y hasta bailó una cancioncilla de antaño.
Pero, iba pasando la hora y no venía el Lobo; tampoco vino Caperucita. Y ELLA ESTABA YA MUERTA DE HAMBRE.
Así que a las 11 de la mañana, su estómago empezó a sonar muy fuerte porque estaba necesitando comer las galletas, la fruta y todo lo que le traía su nieta. Empezó a gimotear: mnnn mnnnn mnnnnn.
Luego, salio a la puerta y gritó: ¡Gente de mi pueblo!… ¡Me muero de hambre!
Avanzó unos pasos hasta la entrada al Bosque y siguió gritando: ¡POR FAVOR, HOY NO HAN VENIDO NI EL LOBO NI CAPERUCITA!… ¡ALGO LES DEBE HABER PASADO!
¡ME MUUEEROO DE HAMBRE! ¡POR FAVOR, VAYAN A BUSCARLOS!…¡AVISEN A SUS PADRES!…¡VAYAN A TODAS PARTES!… ¡PREGUNTEN A TODAS LAS PERSONAS, AL ALCALDE, A LOS PROFESORES!….BU, BU, BUUUUUUuuuuuu…….
Desde la iglesia empezaron a tocar las campanas. Todo el pueblo se reunió…. Y comentaban este extraño suceso.
Por supuesto que los encontraron. Fue así:
La mamá de Caperucita se enteró que ella le había mentido, que había faltado al colegio y que se había divertido de lo lindo, sin permiso. Estaba enojadísima.
Al Lobo, lo riñeron el director, la profesora; los niños le gritaron MENTIROSO; los cazadores creyeron que se había comido a Caperucita y que quería congraciarse con todos los niños, para ir comiéndoselos de uno en uno.
Y lo más grave fue que ese día se canceló la repetición del cuento todos los días martes de los años y los siglos.
(….Pero, aquí, entre nosotros, Lorenita, sabemos que el cuento sigue viviendo en una gran cantidad de libros y en el mundo entero. ¿Cometerán otra travesura? )
martes, 7 de agosto de 2007
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